jueves, 2 de septiembre de 2010

El optimista racional

El clima intelectual y cultural que predomina en la actualidad es claramente un clima de pesimismo. Tanto en los medios de comunicación principales como en los independientes en internet, predominan desproporcionadamente las malas noticias y los discursos alarmistas de un futuro gris. Hemos llegado a un punto sin retorno y el mundo irá a peor inevitablemente, dicen unos. Debemos parar el progreso y regresar a la vida del pasado, dicen otros. O incluso que el fin de la civilización es inminente, dicen algunos otros. Difícilmente te encontrarás con buenas noticias en los telediarios o conversaciones sobre cómo está mejorando el mundo.

En el siguiente vídeo Hans Rosling nos muestra las estadísticas que desmontan las ideas preconcevidas que tiene tanta gente. ¿Nuestra visión del mundo concuerda con los hechos?



A continuación pongo un fragmento del libro The Rational Optimist escrito por Matt Ridley (traducido por mí):

"Desde el año 1800 la población del mundo se ha multiplicado por seis, aun así la esperanza de vida media ha aumentado más del doble y la renta real es nueve veces mayor. Tomando una perspectiva más corta, en el 2005, comparado con el 1955, el habitante medio de este planeta ganaba tres veces más (corregido para la inflación), comía un tercio más de calorías en su dieta, enterraba a un tercio menos de sus hijos y podía esperar vivir un tercio más de tiempo. Tenía menos probabilidades de morir a causa de guerras, asesinatos, partos, accidentes, tornados, inundaciones, hambrunas, tos convulsiva, tuberculosis, malaria, difteria, tifus, fiebre tifoidea, sarampión, viruela, escorbuto o polio. Era menos probable que, a cualquier edad, contrajese cáncer, enfermedades de corazón o un accidente cerebrovascular. Era más probable que fuera alfabetizado y que acabara el colegio. Era más probable que tuviera un teléfono, un inodoro, un frigorífico y una bicicleta. Todo esto en medio siglo en el cual la población mundial ha aumentado más del doble, así que en vez de reducirse debido a la presión demográfica, los bienes y servicios se han expandido. Es, lo mires por donde lo mires, un logro asombroso por parte de la humanidad.

Los promedios ocultan mucho. Pero incluso si partes el mundo en pedazos, es difícil encontrar una región que estuviera peor en 2005 que en 1955. Durante esos 50 años, la renta real por cabeza acabó un poco más baja en tan sólo seis países (Afganistán, Haití, Congo, Liberia, Sierra Leona y Somalia), la esperanza de vida en tres (Rusia, Suazilandia y Zimbabue), y la supervivencia infantil en ninguno. En el resto de países se han disparado hacia arriba. El ritmo de mejora de África ha sido angustiosamente lento e irregular comparado con el resto del mundo, y muchos países del sur de África vieron como su esperanza de vida cayó en picado debido a la epidemia de Sida que ocurrió en los años 90 (antes de recuperarse en años recientes). Había momentos durante ese medio siglo en los que te podrías haber encontrado con países en un deterioro espantoso de la calidad de vida o de la oportunidad de vida: China en los años 60, Camboya en los 70, Etiopía en los 80, Ruanda en los 90, Congo en el 2000, Corea del Norte hasta hoy. Argentina estuvo decepcionadamente estancada durante el siglo veinte. Pero globalmente, después de cincuenta años, el resultado para el mundo es sorprendente, asombroso y dramáticamente positivo. El ciudadano medio surcoreano vive 26 años más que en 1955 (y gana 15 veces más que sus vecinos norcoreanos). El ciudadano medio mexicano vive más años hoy que el ciudadano medio británico en 1955. El ciudadano medio de Botsuana gana más de media que el ciudadano finlandés de 1955. La mortalidad infantil es más baja hoy en Nepal que en Italia en 1951. La proporción de vietnamitas viviendo con menos de 2 dólares al día se ha reducido del 90% al 30% en veinte años.

El rico se ha hecho más rico, pero el pobre ha mejorado aún más.

La gente pobre del mundo en desarrollo aumentó su consumo dos veces más rápido que el mundo en general entre 1980 y 2000. Los ciudadanos chinos son diez veces más ricos, un tercio menos fértiles y con 28 años más de vida que hace 50 años. Incluso los nigerianos son el doble de ricos, 25 por ciento menos fértiles y con nueve años más de vida que en 1955. A pesar de duplicarse el número de habitantes en el mundo, el número de personas viviendo en la pobreza absoluta (menos de un dólar de 1985 por día) ha caído desde los años 50. El porcentaje de gente viviendo en tal pobreza absoluta ha descendido más de la mitad: a menos del 18 por ciento. Ese número es, por supuesto, terriblemente alto todavía, pero la tendencia difícilmente es una causa de desesperación: al ritmo actual de descenso alcanzaría cero alrededor del 2035 (aunque probablemente no lo hará). Las Naciones Unidas estiman que se ha reducido la pobreza más en los últimos cincuenta años que en los 500 previos.

… Vale bien, dirá el pesimista, ¿pero a qué precio? Está claro que el medio ambiente se está deteriorando. En un sitio como Pekín, quizás. Pero en muchos otros sitios, no. En Europa y Estados Unidos los ríos, los lagos, los mares y el aire están cada vez más limpios. El río Támesis tiene menos aguas residuales y más peces. Las serpientes acuáticas del lago Erie (EEUU) que se encontraban al borde de la extinción en los años 60, ahora son abundantes. El número de águilas calvas se ha disparado. La ciudad de Pasadena (California) tiene poco esmog. Los huevos de pájaro suecos tienen un 75 por ciento menos de agentes contaminantes que en los años 60. Las emisiones de monóxido de carbono de Estados Unidos causados por el transporte se han reducido un 75 por cien en 25 años. Hoy, un coche emite menos polución yendo a máxima velocidad que un coche aparcado en 1970 debido a las grietas del vehículo.


-Agentes contaminantes del aire en EEUU (US Environmental Protection Agency)

… Sin embargo, a pesar de todas estas mejorías, la vida no es buena actualmente. Estadísticas felices de mejoras recientes suenan a hueco para un trabajador despedido en Detroit, o para un propietario desahuciado de su casa en Rekiavik, al igual que para una víctima de cólera en Zimbabue o un refugiado del genocidio en Congo. Guerras, enfermedades, corrupción y odio desfiguran las vidas de millones: terrorismo nuclear, niveles del mar en alza y gripe pandémica pueden convertir el Siglo XXI en un lugar espantoso. Cierto, pero asumir lo peor no impedirá estos destinos, esforzarse por mejorar la situación de todos los humanos puede. Es precisamente porque se ha demostrado que tanta mejoría humana es posible en los siglos recientes por lo que la continua imperfección del mundo ocupa un deber moral para la humanidad, para permitir que continúe la evolución económica. Impedir cambios, innovación y crecimiento significa ser un obstáculo para la compasión potencial. Dejemos claro y que nunca se olvide que propagando prudencia excesiva sobre las ayudas para los alimentos transgénicos, algunos grupos de presión pueden haber agravado el hambre en Zambia a principios del siglo XXI. El principio preventivo (mejor seguro que arrepentido) se autocondena: no se puede encontrar ninguna seguridad en la inmovilidad de un mundo arrepentido.

Más de cerca, el crash del 2008 ha causado una recesión profunda y dolorosa que generará desempleo masivo y verdaderas penurias en muchas partes del mundo. La realidad de una calidad de vida en alza hoy a muchos les parece que sea una farsa, una estafa piramidal que se ha conseguido prestando del futuro.

… [Sin embargo] mientras alguien asigne capital suficiente a la innovación, la crisis crediticia no impedirá la marcha hacia arriba de la calidad de vida de los seres humanos a largo plazo. Si miras a una gráfica del PIB per cápita del mundo, la Gran Depresión de los años 30 es tan sólo una hendidura en la pendiente. En 1939 incluso los países peor parados, EEUU y Alemania, eran más ricos que en 1930. Todo tipo de productos nuevos e industrias nacieron durante la depresión: en 1937, 40 por ciento de las ventas de DuPont's vinieron de productos que ni siquiera existían en 1929, como el rayón, los esmaltes y el celofán. Así que el crecimiento continuará, a menos que se impida con las políticas equivocadas. Alguien, en algún lugar, aún está manoseando una pieza de software, testeando un material nuevo, o transfiriendo un gen que hará tu vida y la mía más fácil en el futuro. No puedo saber quién es o dónde está esta persona con certeza, pero dejenme que les dé un candidato. En la semana que escribí este párrafo, una pequeña compañía llamada Arcadia Biosciences del norte de California firmó un acuerdo con una organización benéfica que trabaja en África para permitir, sin cobrar las regalías a campesinos minifundistas, el uso de nuevas variaciones de arroz que pueden producir la misma cosecha con menos fertilizante de nitrógeno, gracias a la sobre-expresión en las raíces de una versión de un gen llamado alanina aminotransferasa prestado de la cebada.

… Mientras nuevas ideas puedan reproducirse de este modo el progreso económico humano podrá continuar. Puede que sea un año o dos hasta que el crecimiento mundial prosiga después de la crisis actual, o para algunos países puede ser una década perdida. Puede que incluso algunas partes del mundo se encuentren convulsionadas al sumergirse en la autarquía, el autoritarismo y la violencia, tal y como sucedió en los años 30, y que incluso la depresión cause una gran guerra. Pero mientras en algún lugar alguien tenga incentivos para inventar mejores formas de satisfacer las necesidades de otros, el optimista racional debe llegar a la conclusión de que la mejora de las vidas humanas se reanudará finalmente.

… He ofrecido un optimismo radiante. He argumentado que el mundo ahora está interconectado, y que las ideas están teniendo relaciones sexuales con una promiscuidad sin precedente, que el ritmo de innovación se redoblará y que la evolución económica aumentará la calidad de vida del siglo XXI hasta alturas inimaginables, ayudando incluso a los más pobres del mundo a que puedan permitirse satisfacer tanto sus deseos como sus necesidades. He argumentado que aunque tal optimismo esté tan fuera de moda, la historia nos sugiere que en realidad es una actitud más realista que el pesimismo apocalíptico.

Esto es un pecado contra la sabiduría convencional. O peor, puede dar la impresión de una cruel indiferencia hacia el hecho de que mil millones de personas no tienen comida suficiente, de que mil millones de personas carecen de agua potable, o de que mil millones de personas sean analfabetas. Al contrario. Es precisamente el hecho de que aún haya mucho más sufrimiento y escasez de lo que yo o cualquier persona con corazón desearía por lo que el optimismo ambicioso es moralmente obligatorio. Incluso después del mejor medio siglo en la reducción de la pobreza, aún hay cientos de millones que se quedan ciegos por falta de vitamina A en su dieta monótona, o viendo como la barriga de sus hijos se hincha debido a la deficiencia de proteínas, o plagados de disentería prevenible causada por el agua contaminada, o tosiendo por neumonía prevenible causada por el humo de las lumbres en el interior de las casas, o echándose a perder debido al tratable virus del Sida, o estremeciéndose por malaria innecesaria. Hay gente viviendo en chabolas hechas de barro, barrios marginales hechos de chapa de hierro o desalmadas torres de hormigón (incluidos los “africanos” en occidente), gente que no tiene la oportunidad de leer un libro o ir al médico. Hay niños que llevan metralletas y niñas que venden su cuerpo. Si la hija de mis nietos lee este libro en 2100 quiero que sepa que soy muy consciente de la desigualdad del mundo en el que vivo, un mundo donde puedo preocuparme sobre mi peso y el propietario de un restaurante puede quejarse de la injusticia de importar judías verdes en avión desde Kenia en invierno, mientras en Darfur la cara encogida de un niño está cubierta de moscas, en Somalia una mujer es lapidada hasta la muerte y en Afganistán un sólo emprendedor norteamericano construye escuelas mientras su gobierno lanza bombas.

Esta miseria “evitable” es precisamente la razón para seguir avanzando urgentemente con el progreso económico, las innovaciones y los cambios, que son la única forma que sabemos para elevar la calidad de vida de muchas personas más. El hecho de que haya tanta pobreza, hambre y enfermedades es precisamente la razón por la que el mundo tiene que llevar mucho cuidado para no interponerse en los aspectos que ya han mejorado tantas vidas: las herramientas de comercio, la tecnología y la confianza de la especialización y el intercambio. El hecho de que haya tanto por hacer es precisamente la razón por la que aquellos que ofrecen consejos de desesperación o llamamientos para frenar el progreso debido al escenario de un desastre ecológico inminente no sólo están equivocados objetivamente sino moralmente también.

Es un truco común el pronosticar el futuro con la suposición de que no habrá ningún cambio tecnológico y así encontrarlo nefasto. Esto no es incorrecto. Ciertamente el mundo sería nefasto si cesaran la invención y los descubrimientos. Como dice Paul Romer: “Todas las generaciones se han percatado de los problemas que supondrían los recursos finitos y los efectos secundarios indeseables para los límites de crecimiento si no se descubriesen nuevas formulas o ideas. Y todas las generaciones han subestimado el potencial para encontrar formulas e ideas nuevas. Sistemáticamente fallamos en comprender que aún quedan muchas ideas por descubrir.” Sin duda, lo más peligroso, y de hecho lo más insostenible, que podría hacerse a sí misma la raza humana sería cerrar el grifo de la innovación. No inventar y no adoptar ideas nuevas puede ser tanto peligroso como inmoral."


-Proyecciones para el PIB, PIB per cápita y población (Garnaut Climate Change Review)

¿No son buenas noticias? Cuando se mira el mundo como un todo desde una perspectiva objetiva y no desde la experiencia personal y los sensacionalismos de los medios de comunicación, vemos la increíble mejora que ha sufrido el mundo en los últimos 50 años, que permite a mucha gente llevar una buena vida en la actualidad. Y lo que es más importante, podemos avistar el futuro fascinante que se aproxima. Así pues, debemos estar abiertos a nuevas ideas que faciliten el progreso de la humanidad, usando el pensamiento crítico para rechazar los dogmas tradicionales obsoletos y las nuevas ideas irracionales que obstaculizan el camino.

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1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo.
    Aquí dejo un enlace de una entrevista a Hans Rosling del programa Redes. Habla básicamente de los mismo que en TED, pero está traducido.

    http://www.rtve.es/mediateca/videos/20100530/redes-30-05-10-desmontando-mitos-sobre-mundo/786197.shtml

    Enhorabuena por el blog Olmos.
    Luis.

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