lunes, 3 de enero de 2011

Ciencia para un mundo mejor

En la actualidad el mundo está más interconectado que nunca, el tráfico de información es cada vez mayor, e ideas se extienden rápida y fácilmente. Cualquier persona con un ordenador y una conexión a internet puede proporcionar información sobre cualquier cosa. Esto es algo magnífico: el intercambio de ideas es el motor de la innovación. Pero esta extensa interconexión y la facilidad para proporcionar información tiene su lado oscuro, como toda tecnología. Si no disponemos de las herramientas adecuadas para seleccionar la información relevante y verídica, ideas irracionales se pueden colar en nuestra cultura fácilmente.

Es muy común pensar que todo el mundo tiene derecho a dar su opinión, es más, en palabras de Harry Frankfurt: “es una visión extendida en las sociedades democráticas que todo ciudadano responsable debe tener una opinión sobre todo”. Esta casi obligación a dar tu opinión sobre todo estimula la aparición de sandeces, ya que no se puede saber mucho sobre todo. Cuando las obligaciones o las oportunidades de hablar sobre un tema exceden los conocimientos de esa persona sobre los hechos relevantes a ese tema, se estimula la producción de sandeces. Además de esto, la constante presencia de sandeces es debido al mercado, todo el mundo está intentando vender algo a alguien, intentando convencer a la gente de que su producto es el mejor generalmente con sandeces.

No debemos confundir mentiras con sandeces. En su ensayo titulado On Bullshit (Sobre sandeces en español), Frankfurt diferencia entre mentiras y sandeces de la siguiente manera:
"Alguien que miente y alguien que dice la verdad juegan en bandos opuestos pero en el mismo juego. Cada uno responde a los hechos como los entiende, pero la respuesta de uno se guía por la autoridad de la verdad, mientras que la respuesta del otro desobedece esa autoridad y se niega a satisfacer sus exigencias. Alguien que dice sandeces ignora estas exigencias por completo. No rechaza la autoridad de la verdad, como hace el mentiroso, ni se opone a ella. No presta atención a ésta en absoluto. En virtud de esto, las sandeces son un mayor enemigo de la verdad que las mentiras"
Entonces, ¿por qué toleramos las sandeces y las consideramos como algo normal? ¿Por qué no las consideramos socialmente ofensivas como lo hacemos con las mentiras?

La respuesta es sencilla, se debe al relativismo tan extendido en nuestra sociedad. Los relativistas consideran que la verdad depende o está en relación con el sujeto, persona o grupo que la experimenta, y que por lo tanto existen muchas verdades o formas de conceptualizar ciertos hechos sociales o incluso del universo físico. Los relativistas rechazan la idea de que podamos acceder a la realidad objetiva. Según esta filosofía no hay respuestas correctas o incorrectas.

Cuando se trata de describir la realidad física es difícil encontrarse con esta idea de que todas las opiniones son válidas. Entre la comunidad científica no hay creyentes o no creyentes en la teoría atómica, la cual afirma que la materia está compuesta por pequeñas partículas llamadas átomos. Bien es cierto que en la ciencia hay muchísimas preguntas sin responder o con distintas teorías como respuestas que crean un debate entre los expertos. Un ejemplo claro de esto es el debate que mantienen lingüistas, antropólogos, etólogos y otros expertos en campos relacionados, sobre el momento en el que surgió el lenguaje en la historia de la evolución del ser humano. Sin embargo cuando se discute sobre estas teorías te encontrarás muy a menudo con las palabras “probablemente” y “aproximadamente”; o las frases “las evidencias no son concluyentes” o “no lo sabemos todavía” (trata de escuchar algo de esto en cualquier discurso religioso o político). Lejos de ser un defecto de la ciencia, es un punto fuerte, ya que es capaz de reconocer su ignorancia sobre ciertos aspectos, e investigar en busca de nuevas evidencias que esclarezcan el asunto. En campos como la astronomía y la biología evolutiva se realizan descubrimientos que transforman teorías establecidas continuamente, ya sea porque estaban incompletas o completamente equivocadas.

No existen “opiniones” de cuáles son los métodos más eficientes para construir un puente o un automóvil. Un piloto de avión no necesita que un pasajero sin ninguna experiencia en aviación le de su “opinión” de cómo debería operar el avión. Esto no quiere decir que debamos confiar ciegamente en la autoridad de los expertos. La verdadera cuestión no es quién llega a esas conclusiones sino cómo se llega a éstas.

Es común hoy en día rechazar teorías científicas con meras opiniones basadas en la intuición o en creencias previamente inculcadas. La intuición y el sentido común no son herramientas fiables a la hora de entender la realidad. Es importante tener muy en cuenta los defectos del cerebro humano. Gracias a la ciencia cognitiva y la psicología social hemos sido capaces de identificar lo que se conoce como el sesgo o prejuicio cognitivo. Este fenómeno es la tendencia humana de cometer errores sistemáticos en los procesos de razonamiento, juicio y retención de conocimiento. Como observadores, nuestra percepción de la información que recibimos del mundo exterior es sesgada positiva o negativamente por nuestro cerebro ya sea por necesidades emocionales básicas como la aceptación, la pertenencia o el reconocimiento, o por valores y principios preconcebidos. Ahora bien, este sesgo cognitivo, común a todos los seres humanos, es fruto de la evolución y es sumamente importante en ciertos procesos como la asociación y el reconocimiento de objetos cotidianos, y en la toma de decisiones que requieren una respuesta inmediata. El problema no es este proceso en sí, ya que es un aspecto fisiológico intrínseco a la psique del ser humano. El problema es cuando estos prejuicios cognitivos salen a la luz como afirmaciones y argumentos. Esto es lo que se conoce como falacia.

Para evitar un razonamiento falaz el ser humano ha desarrollado métodos para escapar de estos defectos del cerebro y que lejos de ser perfectos son las herramientas más fiables que poseemos para comprender la realidad. Entre ellos, el método científico es el más fiable para distinguir lo verdadero de lo falso.

El método científico

"El método científico es un método de investigación usado principalmente en la producción de conocimiento en las ciencias. El primer paso en el método científico de tipo empírico es la observación cuidadosa de un fenómeno y la descripción de los hechos, es aquí donde entran en juego los prejuicios. Después, el científico trata de explicarlo mediante hipótesis, las cuales ya están sesgadas por los prejuicios en la percepción de los acontecimientos o en las propias creencias. Sin embargo, solamente las ideas que puedan comprobarse experimentalmente están dentro del ámbito de la ciencia, lo que permite desechar muchas teorías. Si las hipótesis enunciadas fueran invalidadas deberían predecir las consecuencias en el experimento y además debería ser posible repetirlas. De esta forma, mediante la experimentación, la repetición y supervisión del experimento por parte de personas que pudieran tener otros sesgos cognitivos se minimizan los errores del experimento, los errores en la interpretación de los resultados o errores en estadísticas que harían a la teoría una falsa o imprecisa creencia. Por eso, en ciencia se usa la revisión por pares (peer review), a mayor número de revisiones menor probabilidad de sesgo o de falsa interpretación de los datos experimentales, con lo que el trabajo es considerado más riguroso o estable." -Wikipedia


Ahora bien, el extendido relativismo cultural argumentará que la ciencia no tiene nada que decir en cuanto a los valores morales, la felicidad y el bienestar de los seres humanos. Para los relativistas culturales la moral es algo completamente subjetivo, fuera del ámbito de la ciencia y su constante experimentación para llegar a conclusiones lo más cercanas a la realidad.

Sin embargo, como dice el psiquiatra James Gilligan, la pregunta correcta no es “cómo deberíamos vivir”, sino más bien “cómo podemos vivir”. Es decir, qué procesos biológicos, psicológicos y sociales protegen, sustentan y preservan la vida (y bajo qué circunstancias). Preguntas que se pueden responder ya que se pueden investigar y poner a prueba empíricamente. Aquí podemos observar la importancia de hacer las preguntas correctas al analizar una cuestión. Antes de empezar a responder una pregunta debemos examinarla y estar seguros de que es la pregunta correcta. De este modo una pregunta como “qué es moralmente bueno” se traduciría a “cuales son probablemente las mejores (y las peores) formas para que un individuo satisfaga cada una de sus necesidades básicas, y preferiblemente sus deseos también, dada la composición y la situación de la sociedad.”

La formulación de esta pregunta es de Sam Harris, que con su libro The Moral Landscape ha hecho resurgir el viejo debate en torno a la “falacia naturalista” (similar pero distinta a la conocida guillotina de Hume). El filósofo G.E. Moore afirmaba que se comete una falacia naturalista cuando se trata de demostrar una afirmación sobre ética recurriendo a una definición del término “bueno” basada en una o más propiedades naturales. Sin embargo, los defensores de la ciencia de la moral afirman que no se puede cometer dicha falacia ya que las afirmaciones morales son hechos sobre la prosperidad de un individuo, obtenidos de manera objetiva mediante la aplicación del método científico.

The Moral Landscape es una magnífica, aunque breve, introducción a la ciencia de la moral y su metodología. La aplicación del método científico a cuestiones morales requiere operalización durante la búsqueda empírica de los hechos. La operalización es un proceso usado en varios campos de la ciencia para definir conceptos difusos de forma que sean medibles y poder entenderlos en términos de observaciones empíricas. En psicología se da por hecho que experiencias subjetivas normalmente corresponden a hechos objetivos; es decir, sobre el cerebro. La depresión por ejemplo, ciertamente tiene un componente subjetivo (cuando un individuo experimenta sensación de depresión), pero también se ha definido operacionalmente y se ha estudiado objetivamente; esto es, descrito en términos de características físicas en el cerebro, lo que ha resultado en lo que se conoce como biología de la depresión.

Aunque la mayoría de los detractores de esta idea son filósofos con un extraño concepto de la moral, también hay algunos científicos que afirman que la moral está fuera del ámbito de la ciencia. El argumento principal de estos detractores es que no existen definiciones exactas de "felicidad" o "sufrimiento" (conceptos de gran importancia para la ciencia de la moral). Pero Harris argumenta que esto no es un problema. La falta de un convenio firme en la comunidad científica sobre términos como “vida” o “salud” no ha impedido realizar avances en los campos en los que son relevantes estos conceptos.

Sam Harris no cree que los humanos vayan a crear una máquina que pueda responder todas las preguntas morales, o incluso que lleguemos a un conjunto de reglas simples que abarquen todas las situaciones. El desarrollo de la ciencia de la moral no significaría un mundo uniforme, sino más bien resultaría en una mayor diversidad, como podemos observar en el mundo moderno actual. Podríamos observar un espectro de múltiples máximos y mínimos en el paisaje moral de las sociedades, representando los mayores niveles de bienestar y los mayores niveles de miseria respectivamente. Como analogía, consideremos la comida. Nadie puede argumentar que se debería comer un solo tipo de comida, pero el hecho de que haya múltiples respuestas no significa que no haya respuestas correctas e incorrectas. La distinción entre comida y veneno sigue siendo muy clara. Del mismo modo, que haya múltiples sistemas de valores en los que el bienestar de los individuos pueda florecer, no significa que no haya respuestas correctas e incorrectas en aspectos éticos. Y aunque “nunca pierdas la reina” puede ser una regla general importante en una partida de ajedrez, puede haber ocasiones en las que sea importante hacer precisamente eso y perder la reina.

Esta idea de tratar la moral como una ciencia no es nueva, pero con su nuevo libro, Harris espera despertar interés para que se avance en este terreno que ha estado callado durante mucho tiempo. Las bases ya están, sólo faltan investigadores interesados en desarrollar este campo de la ciencia. Sin embargo, algunos creen que incluso si podemos desarrollar esta ciencia, ¿para qué hacerlo? Harris responde a esta pregunta clara y tajantemente:

"[Algunos] creen que no se obtendría mucho si encontráramos una base universal para la moral. No estoy de acuerdo. Por supuesto, los efectos prácticos no pueden ser la razón por la que queremos relacionar la moral con la ciencia; tenemos que formar nuestras creencias basados en lo que pensamos que es verdad. Pero las consecuencias del relativismo cultural han sido desastrosas. Y el fracaso de la ciencia en tratar las preguntas más importantes en las vidas de los seres humanos ha hecho parecer a ésta nada más que una mera incubadora para la tecnología. También ha propiciado la afirmación de que la religión, basada en la fe ciega y gran generador de ignorancia e intolerancia, es la única fuente de sabiduría moral. Esto ha sido malo para todos. Además, ha sido innecesario, ya que podemos hablar racionalmente sobre el bienestar de las criaturas conscientes, y en el contexto de la ciencia, creo que ha llegado la hora de intentarlo".

El ritmo de avance de la ciencia y la tecnología es increíble, y este progreso va aumentando exponencialmente. Estos avances han traído un bienestar sin precedente a las vidas de los seres humanos. Al menos en las vidas de aquellos seres humanos que viven en sociedades lo suficientemente libres como para no cortar el grifo de la innovación. Este progreso tan rápido se produce gracias a la propia naturaleza de la ciencia y la tecnología que es capaz de florecer gracias al intercambio de ideas. La ciencia, con su incesante curiosidad, su constante experimentación, su escepticismo permanente, y su increíble capacidad de cambio, es un ejemplo a seguir. Hemos de reconocer que la herramienta más útil que hemos encontrado hasta ahora para moldear el mundo para nuestro beneficio es el método científico.

Sin embargo, nuestro sistema de valores y nuestra cultura (aspectos generalmente considerados fuera del ámbito de la ciencia y su metodología) no han sido capaces de seguir el ritmo de progreso de la ciencia y la tecnología. En tan solo unos años una tecnología puede quedar obsoleta, o una teoría puede resultar completamente incorrecta y reemplazada por una nueva. Por el contrario, aspectos que se han considerado fuera del ámbito de la ciencia, como los valores morales o la forma de organización socioeconómica, consiguen mantenerse a flote pasada su fecha de caducidad. Es por eso que aún hay gente oponiéndose a los métodos anticonceptivos o la investigación con células madre; es por eso que aún hay gente que lapida a mujeres o que practica la ablación de clítoris; es por eso que aún tenemos un sistema económico tremendamente ineficiente para gestionar los recursos; es por eso que aún tenemos una educación primitiva. Es hora de darnos cuenta que el método científico no sirve sólo para descubrir vacunas o partículas subatómicas. La verdadera revolución es la revolución de los valores humanos cambiando hacia entendimientos científicos, de modo que la ciencia, la tecnología y la cultura evolucionen de la mano.
"Vivimos en una sociedad profundamente dependiente de la ciencia y la tecnología y en la que nadie sabe nada de estos temas. Ello constituye una fórmula segura para el desastre."
-Carl Sagan

4 comentarios:

  1. Guau. Muy, muy buena. ¡En serio! ¿Te importa que te vuelva a citar/presentar el artículo en mi página? :)

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  2. Añado: hace tiempo que quería hablar del relativismo versus el realismo (la ciencia) en el blog, y ya tengo un artículo medio hecho. Quizás te cite entonces, quizás ahora mismo. Ya veré.

    Muy, muy buen artículo, en serio.

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  3. Gracias, Luka. No me importa para nada, es más, te animo a ello. Cuantas más personas lean esto mejor.

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  4. Textos como este son los que me están animando a seguir estudiando -algo que el sistema actual de educación no logra- para entrar en la carrera de Filosofía y algún día ser profesor; como persona creo que es mi mejor manera de contribuir a la sociedad. Gracias.

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